Philippe Jaroussky (1978, Maisons-Laffite) tenía 17 años cuando vio Farinelli en el cine con un amigo del conservatorio, pero la célebre película de Gérard Corbiau no le produjo particulares impresiones. Ni siquiera la música pirotécnica del barroco le atrajo. Tocaba entonces el violín. Estudiaba a conciencia Brahms y Shostakovich, aunque es probable que ya tuviera inoculado el virus del mito vocal más extravagante de la Historia. La prueba está en que un año más tarde decidió probarse como cantante. No estaba dispuesto a castrarse ni lo está tampoco ahora, pero la variante incruenta del contratenor le permitió abrirse un camino que lo ha terminado reconciliando con Farinelli. Incluso interpretando el aria capital de Porpora (Alto Giove) que aparece en el largometraje.
Es Farinelli el protagonista de su último disco (Erato) y el reclamo de una larguísima gira internacional que comprende tres conciertos en España. Barcelona (27 de octubre), Pamplona (29) y Madrid (31) jalonan la tournée de la estrella francesa con un programa íntegramente dedicado a la obra de Nicola Porpora (1686-1768). “En cierto sentido, me he aprovechado de la fama de Farinelli para reivindicar a un compositor bastante olvidado en nuestro tiempo que representó las mejores cualidades del repertorio napolitano. Puede que Porpora no tuviera la genialidad de Händel o de Vivaldi, pero su música, impecablemente escrita, merece tenerse en cuenta como uno de los capítulos preclaros de la transición hacia el clasicismo”, explica a El Cultural.
No tiene las pretensiones Philippe Jaroussky de emular a Farinelli. Más bien se trata de evocarlo, proponernos una aproximación verosímil, respetuosa. Es la razón por la que se explican las arias que Porpora escribió al castrato. Que oscilan de la pirotecnia a la introspección, pero con los medios que podía permitirse Philippe Jaroussky. “Farinelli era un prodigio del arte y de la naturaleza. La música que le escribieron nos habla de una capacidad respiratoria descomunal y de un espectro vocal que asusta, precisamente por la naturalidad con que pasaba de las notas más graves a las más agudas. No puedo cantar como él porque soy un contratenor, pero el repertorio que incluyen este disco y esta gira es el que más cerca me coloca de su figura, el que me podía permitir. Me interesan mucho las arias lentas por el grado de sensibilidad artística que incluyen. Farinelli era un atleta, es verdad, pero también un intérprete exquisito”.
La dimensión atlética la ha estudiado en profundidad Jaroussky. Hasta el extremo de que la abnegación de Farinelli, como la de otros castrati gloriosos del XVIII, la compara con el prodigio físico contemporáneo de Michael Phelps, que ha pasado a la historia como un ejemplo de disciplina. “Tenemos asumida una idea bastante tergiversada o estereotipada de los castrados. Pensamos que su mérito se reducía a una magnífica voz infantil que permanecía por los años y los años después de la castración. No sucedía así. Muchos se quedaban en el camino. Y los grandes llegaron muy lejos después de un sacrificio que nos impresionaría. Estudiaban de una manera descomunal, se consagraban integralmente a su arte”.
Evoca entonces Philippe Jaroussky el papel de entrenador que desempeñó Nicola Porpora con Farinelli. Sería como si lo hubiera reclutado y disciplinando como un coach de la antigua DDR. “Farinelli tuvo que llorar mucho hasta convertirse en la gran estrella que fue. Hubo lugar a un gran sufrimiento y a una enorme capacidad de superación. No digo que Porpora fuera un entrenador cruel y despiadado, pero las noticias que tenemos sí insisten en que fue un profesor muy severo que tuvo delante a un artista muy profesional”.
La revisión de Jaroussky entre los tópicos que han sobrevivido también concierne al mito escénico. De hecho, la película de Gérad Corbiau que tan poco impresionó al cantante francés -aunque lo impresionara subconscientemente- se recrea en una especie de sugestión dramatúrgica que provocaba desmayos y delirios con solo insinuarse. “Creo que puede decirse que Farinelli no fue una grandísima personalidad escénica. Tenía sus virtudes y su oficio, pero no puede compararse a Caffarelli o a Giovanni Carestini en términos actorales.Pienso más bien que su grado de interés estribaba precisamente en la dulzura, en la sensibilidad, en la calidad, pero no en la rotundidad escénica”.
El matiz establece un paralelismo entre Farinelli y Jaroussky, precisamente porque el cantante francés sostiene que su grado de credibilidad escénica proviene de la sutilidad, del refinamiento, del trance estético con que se transforma sobre la tarima. “Creo que transmito un estado poético, incluso una cierta fragilidad. Me doy cuenta de que mi público es una mezcla de adolescentes y mujeres mayores con instinto maternal. Siento como si las mujeres que acuden a mis recitales quisieran protegerme. Tengo 35 años, es verdad, pero mi impresión es que conservo un aspecto o una actitud adolescente que provoca en los jóvenes una cierta identificación y que origina en las señoras de 50 y 60 años la sensación de querer cuidarme”.
Unas y otras impresiones han venido a confirmarse con la exhaustiva gira farinelliana. Una tournée europea de 25 conciertos que sirven para airear el disco y para demostrar que la saturación del mercado requiere el antídoto de proyectos originales. “Cecilia Bartoli nos ha enseñado el camino. No tiene sentido hacer un disco porque sí. Hay que revestirlo y darle un fondo. Se trata de llenar un hueco que no se ha cubierto o de aportar verdaderas novedades. Eso explica que mis grabaciones tengan un periodo de elaboración y de madurez de dos años. Y que exista una relación entre el disco y la gira, de forma que sea una experiencia más completa y homogénea. No voy a negar que hay una saturación. Pero sí he observado que el retroceso del mercado del disco tiene como efecto compensatorio el interés en alza de las salas de concierto”.
En este mismo contexto, Philippe Jaroussky sostiene que la mercancía audiovisual que circula gratuitamente, empezando por los vídeos de Youtube, no sólo no es un obstáculo a los espectáculos en directo, sino un estímulo que predispone la circulación de espectadores.“Me ha ocurrido a mí y le ha sucedido a otros artistas. Quienes han visto algo que les ha impresionado en Youtube se interesan por acudir a tus conciertos, por eso creo que se están produciendo unos nuevos hábitos de acercamiento a la música que le proporcionan un porvenir mucho más optimista del que a veces nos imaginamos”.